jueves, 26 de septiembre de 2013

Besos

Mil matices sepias, resaltaban entre los tonos tostados. Su olor dulzón penetrante y contundente lograba abrir mis labios. El ligero contacto con la calidez de su tacto, suave, esponjoso, delicado se extendía entre las encías y me rozaba la base de la lengua aumentando mi salivación, mi lengua se levantaba trataba de atraparlo con una caricia firme pero, se escapaba chocando con mis dientes, y su sabor se incrementaba envolviendo mi encías. Mi lengua volvía a acariciarlo con la punta y ante el leve contacto se deslizó sensual por la garganta. – Ah sensual beso, el del último champiñón que comí en Shanghai.
Esmeralda Vizcaíno
Participo en el concurso de este hotel y han publicado el relato en su web
Pa

viernes, 13 de septiembre de 2013

Voz


     
         A una voz, la de A. R. Q.,
por ser una voz acogedora que mira
y de mirar nunca se cansa.


Sonido que genera formas y destruye piedras en el riñón. El sonido suave que nos sorprende y nos embriaga logrando que en los ojos se desborde la luz y en el alma el calor.

Sereno, suave es el tono de una voz prudente que respeta nuestros silencios y nos abre la piel con una verdad, logrando que la memoria de la epidermis destierre las huellas de los arañazos, el tacto áspero del esputo y el dolor del pellizco de monja. Una voz que pregunta ¿cómo estás?. Y se abandona a la escucha esa voz, una voz que no sólo ve, sino que mira para trazar cartas de navegación sobre una realidad que sólo es digerible con ayuda de un bálsamo: el buen humor.

La risa es el antídoto contra la ausencia, la pérdida de la herramienta social humana, el lenguaje y contra la impotencia de no poder evitar el golpe seco, contundente en un cráneo donde brotan los hematomas y el cabello. Sólo las tijeras son capaces de contener el crecimiento capilar y así la sombra de la barba nos impide permanecer en la quietud y la fragilidad de la caverna, donde cada día es un acto de voluntad. Voluntad: para querer comer, para poder dormir, para defecar...

Es necesario separar la realidad personal de los pantanos de las carencias, del desvanecimiento de los logros alcanzados tras constantes, pacientes, meticulosas y tiernas horas. La escisión se logra con la risa, la sonrisa cómplice, y cada día es una batalla ganada a la desesperación, al tedio, al aburrimiento, al lento crepitar de la rutina.
         
Las cuerdas se irritan, la voz se resquebraja, hasta que se quiebra y deja paso a la quietud embrionaria de una nueva eclosión, donde el tono asciende para conquistar el espacio sonoro desde la serenidad que alcanza tras la gestación del habla interna. El ladrón de voces no ha logrado dejar ni un leve rastro de preocupación, porque las murallas de la confianza son una armadura flexible y resistente a cualquier agresión.

PUBLICADO: Cosiquines de Cadavedo  Nº 11 agosto 2013